Obama y la Franja de Gaza

Mié, 21/01/2009

Por Nelson Manrique

El presidente Barack Hussein Obama asume el poder en EEUU enfrentando un fait accompli (hecho consumado) del gobierno israelí. En una agresión armada que ha arrasado la Franja de Gaza, Israel ha destruido o dañado seriamente 25.000 casas (el 15% del total, según una agencia de la ONU), provocado la muerte de más de 1.300 palestinos, la mayoría civiles y más de 400 de ellos niños, usando bombas de fósforo blanco en zonas densamente pobladas y munición con uranio empobrecido.

Según el subsecretario general de Asuntos Humanitarios de la ONU, John Holmes, Israel ha dañado un total de 50 centros de la ONU y 21 centros médicos y según el secretario general de la ONU la reconstrucción de Gaza costará miles de millones de dólares, mientras que la crisis humanitaria que se ha provocado es dramática. Para los agresores queda la frustración de no haber terminado el trabajo: “Si hubiera dependido de las tropas, habríamos arado con excavadoras el centro de la ciudad de Gaza”, declaró un oficial israelí, citado por el diario Maariv.

La razón de la invasión israelí ha dado lugar a múltiples especulaciones. El argumento oficial es que se pretendía prevenir los ataques con cohetes de Hamás contra poblados israelíes. Otros hablaban de castigar a la población palestina por el mismo motivo, y hay quienes atribuyeron la oportunidad del ataque a la campaña electoral israelí.

Lo que ha quedado en claro es que Israel no puede acabar con Hamás y que su agresión no la ha aislado, sino al contrario le ha abierto un espacio político inédito. Turquía está demandando incluir a Hamás en las negociaciones de paz, mientras que portavoces de Francia adelantan que la UE levantaría el bloqueo económico a Gaza si se constituye un gobierno de unidad palestino. Esto representa un viraje de 180 grados con relación a la actual posición de la UE, que considera a Hamás un grupo terrorista. En resumen: triunfaron los fundamentalistas en ambos bandos.


Desde el comienzo de su agresión los israelíes anunciaron que no tenían la intención de ocupar definitivamente Gaza, lo cual simplemente era el reconocimiento de la imposibilidad de hacerlo. En condiciones de ocupación colonial de un territorio, como la actual, las víctimas de la agresión tienen un amplio espacio para el despliegue de una estrategia de guerra irregular, en que el objetivo no es ganar las batallas sino elevar el costo de la ocupación hasta un nivel que hace absolutamente irracional cualquier intento de continuar. Por eso Israel no puede permanecer. Esto lo saben desde siempre los estrategas israelíes, que realizaron en los años 40 una guerra de este tipo contra los ingleses. ¿Qué esperaban conseguir entonces?

Es importante reparar en la oportunidad del ataque que, iniciado a fines de diciembre, culminó con la ocupación militar de Gaza justamente en vísperas de que Barack Obama asumiera el poder. Se diría que se trataba de cerrar el paso a cualquier iniciativa de paz razonable para el Medio Oriente. Buscar forzar la continuidad de la política de George W. Bush en la región.

Miércoles, 14/01/2009

Por Nelson Manrique

La primera quincena del año 2009 viene movida. La desaparición de 838 cajas de documentos del Ministerio de Salud (¡20 toneladas, nada menos!) muestra hasta dónde ha avanzado la corrupción en el Perú del posfujimorismo. Frente a las evidencias (o más bien a la destrucción de estas) el plan anticorrupción del premier Yehude Simon resulta una patética pantomima.

El descubrimiento de la red de espionaje telefónico montada por oficiales de la Marina de Guerra con equipos de su arma, estrechamente vinculada al vicepresidente de la República y hombre fuerte de la Marina, Luis Giampietri Rojas, constituye una especie de misil de ojivas múltiples. Desnuda, por una parte, la forma cómo un sector de la prensa viene prestándose a servir de taparrabos de la corrupción. El Comercio se jugó inicialmente a minimizar la importancia del destape de los petroaudios, sosteniendo que el verdadero gran delito era el espionaje telefónico.

Ahora trata de minimizar la importancia de este, luego de que ha quedado en evidencia que el faenón es obra de marinos con conexiones con el poder político y empresarial. Una evolución paralela a la de Alan García, que bramaba inicialmente contra las “ratas malditas” que medraban con los recursos del Estado, para bajar el tono después ante un León Alegría envalentonado con los secretos que guarda (“un escandalete”, vamos). Y ahora completa el círculo, abandonando su furia contra los chuponeadores, para señalar como los verdaderos malvados a “los clientes” de estos.


El giro peligroso que ha introducido la última tanda de novedades es que tras del chuponeo a León Alegría y Canaán y del operativo que puso en evidencia los trajines de algunos integrantes del gobierno de Alan García –Jorge del Castillo en primer lugar– está el socio político que actúa como visagra en la alianza con el fujimorismo, Luis Giampietri. No se trataría simplemente –como parecía inicialmente– de un ajuste de cuentas entre empresas privadas enfrentadas por el negocio del petróleo, sino de disputas mafiosas en la cúspide de la pirámide del poder aprofujimorista.

En el camino, Carlos Raffo salvó a los ministros apristas cómplices de Canaán, neutralizando además a Jorge del Castillo, el único aprista que acusó a Fujimori en el juicio que está por culminar, y que ahora le debe la vida a Raffo. Ya tendrán oportunidad de expresarle su agradecimiento, en los casos que Raffo tiene abiertos por recibir dinero de Montesinos y otros pecadillos.

La enésima invocación de Alan García a cubrir con un manto de impunidad a los militares y policías involucrados en la violación de los DDHH fue respondida por la realidad con el descubrimiento de 90 nuevos cadáveres en las fosas comunes del cuartel Los Cabitos y con la publicación de los testimonios gráficos del secuestro, tortura y asesinato de comuneros de Ayabaca que se enfrentaron a la empresa minera Majaz a manos de la policía.

Y con algo así como 3 millones de despedidos en EEUU durante el 2008, de los cuales medio millón perdieron su empleo el mes pasado, la crisis viene con todo.

El polaco Isaac Deutscher, gran historiador marxista, autor de una trilogía sobre Trotsky y de la excelente Stalin, biografía política, fue un judío cuya familia y comunidad fueron exterminadas por los nazis en los campos de concentración. Pero en los ensayos de su libro El judío no sionista (Editorial Ayuso, Madrid 1971) sostenía que los occidentales nunca debían ceder al chantaje que califica de antisemitismo a las críticas que se formulan a la política imperialista israelí.

Deutscher proponía una analogía muy sugestiva para analizar la situación: un hombre atrapado en un edificio que está en llamas se lanza por la ventana para no morir y en su caída hiere gravemente a un transeúnte, cuyo cuerpo amortigua el golpe, salvándole la vida. ¿Qué debería hacer quien así se ha salvado? ¿Golpear al transeúnte y llenarlo de injurias, o apresurarse a disculparse con él, explicarle lo sucedido, confortarlo y curarlo? Quien saltó del edificio en llamas eran para Deutscher los judíos que huyendo el Holocausto ocuparon Palestina. El transeúnte herido los palestinos, sobre cuyo territorio se refugiaron quienes huían de la Europa cristiana; la de los innumerables pogroms contra los judíos por más de un milenio, que finalmente culminaron en la Shoá, en los campos nazis de exterminio.


Deutscher abogaba por una coexistencia pacífica y armoniosa entre judíos y palestinos, un ideal al cual, por un camino radicalmente distinto, llegó también otro judío, Yitzhak Rabin, combatiente, militar y primer ministro de Israel, e inicialmente un halcón entre los halcones del sionismo, al que la vida llevó a la convicción de que la única salida al drama era la negociación y la paz dialogada: “Fui hombre de armas durante 27 años –dijo en su discurso final–. Mientras no había oportunidad para la paz, se desarrollaron múltiples guerras. Hoy, estoy convencido de la oportunidad que tenemos de realizar la paz”.

La oportunidad se abrió cuando la al Fatah de Yasser Arafat decidió reconocer el derecho de Israel a existir, abriendo la negociación por la que Arafat, Rabin y Shimon Peres (que como presidente de Israel avala la barbarie) recibieron el Nobel de la Paz. Rabin fue abatido por un judío fundamentalista de derecha pocos minutos después de pronunciar estas palabras, el 4/11/95 y su muerte abrió el camino al triunfo de los extremistas judíos y palestinos, y a la espiral de guerra, dolor y destrucción que tienen su última expresión hoy, en el martirio de Gaza.

Gerardo Leibner, otro judío, catedrático de la Universidad de Tel Aviv, amigo del Perú y autor de un valioso libro sobre Mariátegui, nos escribe una carta conmovedora, en que pide solidaridad con “la población civil palestina de la Franja de Gaza expuesta a bombardeos diarios de aviones y helicópteros israelíes. Y también para la población israelí del suroeste del país que sufre de los misiles disparados por Hamas”, señalando al gobierno israelí como el principal responsable de la actual tragedia.

Por allí está el único camino posible. La gran amenaza para Israel no son los cohetes artesanales de Hamas sino la determinación que se está alimentando en miles de adolescentes palestinos que hoy ven justificado su anhelo de morir como mártires.

miércoles, 31 de diciembre de 2008 9:23

Por Nelson Manrique

La historia puede ayudar a comprender la crisis económica mundial y cómo nos va a afectar. Las crisis económicas no son un accidente en el capitalismo industrial sino son parte de su funcionamiento “normal”, que alterna cíclicamente periodos de expansión y de contracción. Existen crisis de corta, mediana y larga duración; estas últimas –como la actual– son las más severas y su lógica fue explicada por su descubridor, el economista ruso Nicolai Kondratiev. Las crisis de larga duración se inscriben en ciclos de entre 48 y 60 años (la primera mitad de subida y la segunda de bajada) conocidos como ciclos Kondratiev. Es notable la estrecha relación que existe entre estos y el derrotero de la economía peruana.

Examinemos los datos. La primera gran crisis se desató en Londres, medio siglo después del inicio de la revolución industrial, el mismo año cuando en Junín y Ayacucho ganamos nuestra independencia: 1824. El flamante Estado peruano comenzó su vida independiente en medio de una terrible crisis, y tuvo que declararse en bancarrota y cesar unilateralmente el pago de su deuda externa.



Esta primera gran depresión se extendió por unos 25 años y hacia 1849, mientras la economía mundial empezaba su fase de expansión, cambió dramáticamente nuestra suerte. Vivimos entonces el boom del guano (la “prosperidad falaz”, según Jorge Basadre). Esta era dorada –que vio nuestra reinserción en la economía mundial y las obras de Ramón Castilla– terminó con otra gran crisis –no en vano la denominaron la “Gran Depresión”– en 1873. Acabó la prosperidad guanera y colapsó la economía peruana. En 1876 el Perú volvió a declararse en bancarrota y dejó de pagar su deuda externa. Sobrevino la guerra con Chile (1879), nuestro hundimiento y el sombrío periodo del Segundo Militarismo.

El nuevo ciclo de expansión mundial se inició hacia 1895, y coincidió en el Perú con el fin del Segundo Militarismo y el inicio de una alegre fase de prosperidad que se prolongó a través de la República Aristocrática (versión peruana de la Belle Epoque europea) y la modernización leguiísta. Sobrevino entonces el crash de 1929 y el Perú volvió a hundirse en la depresión. La recuperación mundial sobrevino hacia la década del 50, luego de la Segunda Guerra Mundial. Aquí fue el periodo de Odría, la expansión del Estado de bienestar, grandes obras estatales, una educación pública de calidad superior a la privada, etc.

La siguiente crisis mundial debió sobrevenir hacia la década del 80 y falta explicar por qué ha estallado recién el año 2008. Una hipótesis fuerte podría ser que esto se debió a las políticas anticíclicas keynesianas y el Wellfare State de la postguerra, que se implementaron en todo Occidente. Cuando el neoliberalismo consiguió el desmantelamiento de los mecanismos de control estatal en la década del 90 el retorno a la crisis se hizo inevitable, con las consecuencias que estamos viendo. Nuestra terrible dependencia con relación a los ciclos de crisis mundial se debe al carácter primario exportador de nuestro sistema productivo. Este ha sido profundizado por el gobierno aprista y nos ha colocado en la posición más vulnerable ante la crisis que se inicia.

Bonus:

Ciclos Kondratiev (PDF) de la UNAM


Ensayo: Los grandes ciclos de la vida económica - Kondratiev

Ensayo: Estado de Bienestar y mallas de seguridad (PDF)

miércoles, 24 de diciembre de 2008 10:01

Por Nelson Manrique

Debo advertir a los lectores que no estoy recomendando un menú para la cena navideña sino me propongo hablar (es un decir) de una historieta. El Cuy, de Juan Acevedo, popularizado hace dos décadas a través de la prensa impresa, ha reemprendido su andadura en formato virtual hace unos meses, en un blog creado por Juan (http://elcuy.wordpress.com/) El Cuy fue un referente fundamental para mi generación en los agitados años 80, que vieron el ascenso y la caída de la izquierda. A cuatro viñetas por día, Juan fue dejando un extraordinario registro subjetivo de lo que sucedía en el país: las inquietudes, certidumbres, dudas, marchas y contramarchas de una generación que pretendía cambiar el mundo, que creía que el compromiso era lo natural y que trataba de entender un país que siempre se mostraba como un desafío demasiado grande, en medio de (lo vendríamos a saber después) los tiempos más complicados de todo el siglo pasado. Tiempo en que, cuando florecía la organización popular, respirábamos la convicción de que era posible construir un mundo, otro, trabajando juntos, se desplegaba una inusitada creatividad y se vivía un gran florecer político y cultural: cómo olvidar El Caballo Rojo, el notable suplemento cultural de El Diario de Marka, que dirigía Antonio Cisneros, y la inigualable Monos y Monadas.



Pero también tiempos duros: de crisis, Alan en el poder, hiperinflación de dos millones por ciento, de las matanzas de SL, el comando Rodrigo Franco y la guerra sucia. Tiempos difíciles, en los cuales opinar ya era de por sí temerario. En esas circunstancias, el Cuy y el perro Humberto, su cervantino contrapeso, vivían sus aventuras, meditaban, discutían, actuaban, amaban, asumían sus compromisos como cualquier hijo de vecino, luchaban, y a veces hasta cosechaban algunas victorias. Histori(et)as que fueron recogidas en ¡Hola Cuy!, un pequeño libro hace tiempo agotado, que hoy es un tesoro para los admiradores de la tira.

El Cuy en el siglo XXI sigue siendo el mismo personaje entrañable, aunque tiene poca presencia, porque en las entregas que viene publicando Juan quienes han asumido el protagonismo en la historieta son sus hijos Chutito, Cutito y Tito, así como Anita, quien después de haber estado desaparecida desde la época de la violencia política ha reaparecido, recordándonos viejas heridas de nuestra sociedad. Anita era la hija más sensible del Cuy y la más apegada a él. Desilusionada por las dudas y vacilaciones de su progenitor, en medio de las complejas demandas del Perú de mediados de los ochenta, decidió irse con Senderito, un joven cuy enrolado en la subversión, muerto luego en medio de la vorágine de la violencia política. Anita pues desapareció, reapareciendo en estos días para ofrecer un testimonio de esa otra historia de la que los peruanos preferimos no hablar, y que sigue estando allí, quemando. Su relato es gran arte. No continúo la narración porque no quiero estropear a los lectores el placer de descubrir por sí mismos en qué andan esos roedores tan parecidos a nosotros. Ojalá el Cuy encuentre un hogar en algún diario, que le permita llegar a tantos jóvenes que preguntan sobre esos mismos temas que aborda Juan . Y a los lectores quiero desearles una Muy Cuyesca Navidad.

miércoles, 17 de diciembre de 2008 7:52

Por Nelson Manrique

El escándalo León Alegría llama la atención sobre la estructura dual del Apra. Inicialmente ésta se justificaba por carácter insurreccional de la organización fundada por Haya de la Torre, que combinaba un aparato abierto, de trabajo sindical y de organización político electoral, y otro clandestino, conspirativo y militar. La larga clandestinidad reforzó los aparatos internos, que usaron el terror como arma, como cuando asesinaron al director de El Comercio, Antonio Miró Quesada, y su esposa, María Laos de Miró Quesada, el 15/5/35, y al director de La Prensa, Francisco Graña Garland, el 7/1/47.

Cuando el Apra se incorporó a la legalidad en 1956 su naturaleza cambió. El aparato clandestino fue utilizado en adelante para agredir a los competidores del partido –especialmente a los comunistas– rompiendo cabezas y manifestaciones, destruyendo sindicatos y aparatos de prensa rivales, dando pedagógicas pateaduras a los críticos del partido y sus dirigentes, etc. Fue la época de gloria del Búfalo Pacheco, en Lima, o Abel Bonet, en Huancayo, ambos asesinados después por comandos de SL.



Al llegar Alan García al poder en 1985 el aparato insurreccional clandestino dejó de tener función. Se ejerció más bien el terrorismo de Estado: la masacre de los presos senderistas en Lima, y la organización del “Comando Rodrigo Franco”, hechos en los cuales tuvo una actuación protagónica Agustín Mantilla, en su condición de Viceministro del Interior.

La motivación hoy ya no es la revolución sino el enriquecimiento personal, y los aparatos clandestinos no ejercen la violencia sino administran la corrupción. Hoy es inimaginable asesinar a los Miró Quesada y Graña y es mejor permitirles lucrar con los terrenos del aeródromo de Collique y, eventualmente, el Pentagonito. De esta manera, en lugar de mantener a El Comercio como un enemigo histórico, se le convierte en una versión bien redactada de La Tribuna.

Agustín Mantilla constituye una suerte de enlace entre la fase anterior y la presente. Estuvo en los hechos de violencia del primer gobierno aprista, pero terminó en prisión por recibir dinero de Vladimiro Montesinos. No delató a nadie, y guardó un estoico silencio sobre la identidad del propietario de los seis millones de dólares que le encontraron en cuentas en el extranjero (“¡Mantilla lealtad!”).

Haya de la Torre era profundamente ético en lo que al dinero se refería: “¿Plata? A mí no me hablen de eso –escribía en 1935–. Yo respondo: conciencia y dignidad aprista son el oro que necesitamos para el viaje”. Sus sucesores no tienen tales escrúpulos. Un alegre y expresivo lema, acuñado por uno de los líderes principalísimos de hoy, resume esta filosofía: “¡Para cojudos los fundadores!”.

El representante por antonomasia de esta tendencia, hoy, es Rómulo León Alegría. De él no cabe esperar estoicismo y lealtad alguna. Su exhibicionismo obsceno, que ha puesto en pública evidencia la cadena de arreglos y complicidades que lo blindan, no apela a ningún principio, sino al abierto chantaje de quien sabe mucho, y advierte que si habla provocará la caída de muchos.

miércoles, 10 de diciembre de 2008 9:47

Por Nelson Manrique

Finalmente terminó la fantasía de que éramos el único país en el mundo que no iba a ser afectado por la crisis mundial del capitalismo y comienza a ponerse los pies en tierra.

La política anticrisis que ha anunciado Alan García es una saludable rectificación en relación con el delirio maniaco que lo llevó a hacer un ridículo planetario en el APEC. Allí les enmendó la plana a los economistas y políticos de las potencias mundiales, que –según él– no habían comprendido que ésta era una crisis de crecimiento, que duraría apenas 18 meses y que relanzaría al capitalismo hacia alturas más gloriosas: “En el G-20 –explicó García– no ha habido un consenso para comprender que esta es una crisis de crecimiento. Es un relanzamiento del mercado. Es una crisis de riqueza mundial ... Creo que el G-20 en Washington, y a pesar de todos sus grandes pensadores, no ha logrado entender eso. El tema es administrar una crisis de crecimiento”.

El comentarista de la CNN que cubrió la Cumbre de APEC se dio con la sorpresa de que muchos empresarios peruanos creían realmente que el país estaba “blindado”. Por fin, aunque algo tarde, esta semana la Confiep reclamó al gobierno una política anticíclica.



Los empresarios no son los únicos que decidieron ponerse al día, pues esta ha sido una semana de conversiones súbitas. Con mayor o menor elegancia, neoliberales recalcitrantes enviaron a Milton Friedman al rincón de los trastos inservibles y se convirtieron en fans de (¡horror!) John Maynard Keynes. Ellos reclaman ahora que el otrora vilipendiado Estado intervenga enérgicamente en la economía, para afrontar la crisis mundial provocada por el mercado libre. Aldo Mariátegui ha dado una excelente explicación filosófica de su conversión: “Una cosa es ser liberal y otra estúpido”. Obviando la mayor o menor fortuna de las racionalizaciones de Jaime de Althaus, Gonzalo Prialé y otros, la cuestión central es que han abandonado la dogmática neoliberal y reconocen que dejar las cosas a la mano invisible del mercado sería muy poco inteligente. Queda por ver si Federico Salazar decide morir en su ley.

Se han perdido meses y recursos preciosos sin una propuesta orgánica para afrontar la crisis. Sólo sostener el tipo de cambio ha significado un gasto de 7 mil millones de dólares en tres meses: más que los 18 mil millones de soles que el gobierno va a invertir en el programa de salvataje el próximo año. A pesar de todo, se ha dado un primer paso positivo, que debe ser debatido ampliamente y complementado.

Un problema fundamental que se plantea en el futuro inmediato es la falta de confianza en la honradez del gobierno aprista. Cuando es evidente que una trama de complicidades se ha puesto en marcha para impedir que la investigación del escándalo León Alegría llegue a buen puerto –porque involucra al aparato central del poder aprista– cómo pedir confianza. Miles de millones de dólares van a ser manejados por gente de Agustín Mantilla, como Carlos Arana en Agua para Todos y Nidia Vílchez en el Ministerio de Vivienda. Si no hay cambios de fondo, la mesa estará servida para que se repita la misma corrupción del primer gobierno de Alan García, y para que el país termine como entonces.

miércoles, 03 de diciembre de 2008 5:38

Por Nelson Manrique

¡Vaya que la coyuntura está movida! Primero, el entredicho con Chile, provocado por las infelices declaraciones del general Donayre.

Luego la tómbola de barrio en la que se está convirtiendo el escándalo León Alegría-Canaán, con el premier Yehude Simon reconociendo ante la comisión investigadora del Congreso que faltó a la verdad, cuando sostuvo en el Congreso de la República que Fortunato Canaán fue a visitarlo, para reconocer ahora (cuando las evidencias del disco duro de León Alegría lo obligan) que fue él quien visitó a Canaán –“sólo por unos minutos”–en su suite del Hotel Country Club, a donde fue llevado por Rómulo León Alegría.

Está además la visita de Carlos Raffo a la suite de León Alegría en el penal Castro Castro, que debe ponerse en el contexto de las movidas que el fujimorismo prepara ahora que se aproxima la sentencia contra Alberto Fujimori, por los asesinatos de Barrios Altos y La Cantuta.



Y por supuesto, el intento del Apra de deslegitimar a la comisión del Congreso, ahora que las cuarenta menciones a Jorge del Castillo en las comunicaciones cursadas entre Canaán y León Alegría, y las visitas a la magnética suite del Country Club de la secretaria personal de Alan García y del secretario de Palacio de Gobierno, empiezan a dirigir los reflectores hacia el último círculo de poder del gobierno aprista.

Desgraciadamente, no parece que el mundo vaya a detenerse ante tanto drama.

“Ya es oficial: Estados Unidos entró en recesión en diciembre de 2007, lo que significa que sufre la contracción más prolongada en al menos un cuarto de siglo”, anuncia el Wall Street Journal. El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, añade que “hay señales de que el bajón se está profundizando”. Si esta recesión persiste hasta después del próximo abril, será la más prolongada desde la Gran Depresión. Según Jeffrey Frankel, miembro del Comité de Fechas del Ciclo de Negocios de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés, la entidad que ha anunciado la recesión), los pronósticos de que la economía norteamericana va a tocar fondo a mediados del próximo año son realistas.

El WSJ constata que este es un problema mundial: “La zona euro de 15 países ya entró en recesión según la definición clásica”. Se prevé que esta será más prolongada que la norteamericana.

No es más alentador el panorama que presenta el Análisis sobre la Situación Económica Mundial y las Perspectivas para el 2009 que acaba de publicar la ONU, que prevé que “los países desarrollados podrían ingresar a un profunda recesión en 2009” con un profundo impacto sobre las economías de los países pobres. La previsión apunta a un declive del ingreso per cápita el 2009, una desaceleración en el crecimiento de las exportaciones y de los flujos de capital, y costos más elevados de los créditos para los países en vías de desarrollo, mientras prosigue el declive del dólar estadounidense.

Las medidas anticíclicas, para completarla, no están conteniendo la crisis. Pero el Perú no toma ninguna previsión, porque, según el oráculo de Palacio de Gobierno, estamos ante una “crisis de crecimiento”.

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